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  “Os famosos e os duendes da morte”  propone un retrato de la adolescencia, o de un tipo de adolescente, alejada/o de la alegría brasileña. El parecido físico entre el protagonista sin nombre y Zachary Beaulieu, la personalidad taciturna de ambos personajes, la importancia que una leyenda del rock anglosajón tiene en sus vidas (Bob Dylan en el primero; David Bowie en el segundo), la impronta onírica de sus experiencias invitan a trazar cierto paralelismo entre la película de Esmir Filho y C.R.A.Z.Y de Jean-Marc Vallée.

  En el título aquí reseñado, el principal conflicto del jovencito en cuestión es enfrentar la muerte: la de su padre; la de la hermana de su mejor amigo; la del tiempo que pasó (sobre todo el de la infancia); la de un presente que agoniza en un pueblo perdido (“el culo del mundo”, protesta el susodicho); la de un primer amor que no pudo ser; la de los espíritus suicidas que en ese lugar suelen tirarse de un puente.

  Mr. Tambourine man es el nombre que este estudiante e hijo único elige para darse a conocer en un mundo online donde se siente más seguro y también más libre. La recreación de su actividad blogger y sus conversaciones por chat completan el cuadro de una primera juventud insatisfecha y sufriente.

  Por momentos, tanta introspección, tanta oscuridad, tanto fantasma, tanto verso posteados, escuchado, cantado parecen evocar la caricatura que Rep hizo de la adolescencia conflictuada con LuKas el dark. Pero al margen de ciertas insistencias narrativas y estéticas, el largometraje debut de este director paulista conmueve, quizás porque nos “conecta” íntimamente -valga la metáfora web- con miedos, nostalgias, deseos, fantasías, vergüenzas, penas que muchos sentimos en el difícil tránsito de la niñez a la supuesta madurez.

 

  Este es el tipo de película que o amas a muerte o mueres de aburrimiento. Yo amo esta película de todas las formas posibles. Es una experiencia de sensaciones y estados de ánimos, un recorrido onanista desde el interior con una narrativa visual excelente. Para algunos, lógico y simple. Para otros confuso y abstracto, por lo tanto "aburrimiento".

  ¿Ir a ver a Dylan que toca lejos de casa o tirarse desde un puente? Esas son las opciones para un adolescente de un pueblo rural de Brasil. Y Filho nos mete en la mente de ese chico tan sutilmente como una canción que se asoma entre la estática de la radio.
  Si algo más hay que agradecerle a esta película es presentarnos a Nelo Johann, un músico de Porto Alegre que aporta media docena de canciones a la banda de sonido. ¿Cómo no querer tener a mano "Pigeon Suicide Squad"? Es la que suena después de la desgarradora escena de los zapatos rojos y hace que uno quiera ser devorado por la butaca: una guitarra, una voz brasileña cantando en inglés, la pantalla anchísima y los dos chicos viniendo hacia nosotros por un camino de tierra; uno en bici, el otro caminando y en el medio de ellos la muerte presente y dispuesta a vivir mucho tiempo.

 

Os famosos e os duendes da morte

"Juventud insatisfecha y sufriente"

La Mirada del Espectador

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